Ta Boltaña he de baxar dende Silbes a estudiar, o maitin prenzipia ya a dispertar. Dando trucos con o piet, blincaré de tres en tres, o tozuelo me fa cuentas d´o rebés.
O morral ye plen de libros y ficau en o pochón o recau qu´en casa nuestra me dán. A gramatica y a istoria cheografia u relixión, biellas paxinas ¡Que emporcadas ban!
¡Que nieba, que nieba, a cara se me chela! ¡Ascape, ascape, tenemos que plegar! luego ta Boltaña o maistro mos carraña, se torna prou furo y mos clama "chabalins".
Dos bezes en os didos m´ha trucau a palmeta por charrar en a fabla que ye d´o mio lugar. Debán d´os mios amigos que charran castellano d´as antigas parolas m´en fan abergoñar.
A burla m´han feito no he estudiau muito tiempo pos mi pai me manda as güellas paxentar; a fosca cozina con os mixins denzima, me ye imposible poder-me conzentrar.
En rematar a clase a brenda mos minchamos, arredol d´a gran mesa d´o biello profesor. En a estufa se creman os leños que he trayiu, rustidas as tortetas sapen muito millor.
De tardada y al tornar chunto a l¨Ara he de pasar por o puen que m´endreza ta o lugar. O camín he de puyar, me prenzipio a xorrontar, boi cantando y as bruxas s én iran.
En os güellos de mi mai a tristura creigo bier mil periglos piensa puedo correr. A mi pai en o treballo güei le tiengo que aduyar luego plega ña ora d´ir a zenar
En a olla bulle a sopa que acotrazia con amor mai en fa que tot me sepa millor. Ya en o leito cuan m´aduermo siento en suenios o cantar d´ixe gallo que me ba a dispertar.
CASTELLANO
Bajando a la escuela A Boltaña he de bajar desde Silves a estudiar, la mañana empieza ya a despertar; dando golpes con el pie saltaré de tres en tres, la cabeza me hace cuentas al revés.
En el morral llevo libros y metida en el zurrón la comida que en mi casa me dan. La gramática, la historia, geografía o religión, viejas páginas, ¡qué sucias que van!
¡Que nieva, que nieva la cara se me hiela!, ¡deprisa, deprisa!, tenemos que llegar muy pronto a Boltaña, el maestro se nos enfada, se pone furioso y nos llama "jabatos".
Dos veces en los dedos me ha dado con la regla por hablar en la lengua propia de mi lugar. Delante de mis amigos que hablan castellano de las antiguas palabras me hacen avergonzar.
La burla me han hecho no he estudiado mucho tiempo pues mi padre me manda las ovejas apacentar. En la oscura cocina con los gatos por encima me es imposible poderme concentrar.
Al acabar la clase la merienda nos tomamos alrededor de la mesa del viejo profesor. En la estufa se queman los leños que he traído, asadas las "tortetas" saben mucho mejor.
Por la tarde al regresar junto al Ara he de pasar por el puente que me lleva al hogar. El camino he de subir, y me empiezo a asustar, voy cantando y las brujas se irán.
En los ojos de mi madre la tristeza creo ver, mil peligros piensa puedo correr. A mi padre en el trabajo hoy le tengo que ayudar; pronto llega la hora de ir a cenar.
En la olla hierve la sopa que prepara con amor, madre hace que todo me sepa mejor. Ya en la cama, cuando me duermo, escucho en sueños el cantar de ese gallo que me va a despertar.
(José Antonio Labordeta) Versión de José Antonio Labordeta Siempre te recuerdo vieja sentada junto al hogar, acariciando la lumbre, la cadiera y el pozal.
La tristeza de tus ojos de tanto mirar, hijos que van hacia Francia otros hacia la ciudad. Miguel dice que va bueno y parió la del Julián. Tú te quedas con tus muertos rezándoles sin parar, pensando que en esta vida sólo se puede llorar.
Siempre te recuerdo vieja sentada frente al portal, repasando antiguas mudas que ya nadie se pondrá.
Al cierzo de los otoños vas a buscar palabras desde la Francia o desde la ciudad. Miguel cayó del andamio y parió la del Julián. Tú, tus mitos y tus penas cubren barbecho y erial, cubren los viejos olivos con tu densa soledad.
Siempre te recuerdo vieja zurciendo la eternidad con tus palabras menudas ocultando la verdad.
Miguel murió del andamio y los chicos del Julián al final de aquel verano volvieron a la ciudad. A ti te enterramos pobre, como debía pasar, al lado de tu marido, tus padres y el sacristán, que loco por las campanas se desguazó ante el altar.
Siempre te recuerdo vieja nunca te podré olvidar, eternamente paciente, sufriendo sin más ni más.
Te levantas de la cama un día de no hacer nada y empiezas a caminar; saludas a tu portero al vecino del tercero y al tonto de ese lugar y luego, tranquilamente, a callejear, a callejear, que la calle es tuya y de nadie más.
Te repasas el diario en un café, con cortado, mientras la gente discute del Madrid, del Barcelona, de la OTAN y de si existe gente más allá de Marte y luego, tranquilamente, a callejear, a callejear, que la calle es tuya y de nadie más.
Vagabundeas tranquilo por el barrio libertino que ahora está lleno de paz y dialogas con Matías con tres años de parado y le das dos perras para el pan y luego, tranquilamente, a callejear, a callejear, que la calle es tuya y de nadie más.
Te bajas a ver el Ebro sucio y muy contaminado con olor a barro y gas, y tiras piedras al agua recordándote los tiempos de amores festejar y luego, tranquilamente, a callejear, a callejear, que la calle es tuya y de nadie más.
Por una calle del centro bajan cinco mil obreros cabreados con el jornal y gritan contra el gobierno, contra las fuerzas del orden y contra la patronal pero tú, tranquilamente, a callejear, a callejear, que la calle es tuya y de nadie más.
Mansamente te diriges a la plaza Santa Cruz a tomarte un buen vermú con los amigos más locos que hablan del mundo nefasto con mucha risa y salú y luego, tranquilamente, a callejear, a callejear, que la calle es tuya y de nadie más.
Señoras y señores venid, venid, llegad y junto con nosotros poneos a cantar oíd, oíd, llegad para que de la noche el alba nazca ya. El alba crezca ya con toda su beldad.
Armen estrépito dancen de júbilo con alegría y sin dolor que en esta música y con salero os recordamos nuestra canción: ¡suene, suene el tambor!.
Zagalas y zagales venid, venid, llegad que en un mundo fraterno debemos confiar. Debemos confiar oíd, oíd, llegad para que entre las nieves el sol pueda brillar. El sol pueda brillar hacia su libertad.
Polvo, niebla, viento y sol y donde hay agua, una huerta. Al norte los Pirinegros: Esta tierra es Aragón. Esta tierra es Aragón. Esta tierra es Aragón.
Dicen que hay tierras al este donde, donde, donde se trabaja y pagan pero es mentira pero es una cochina mentira, y al oeste el Moncayo como un Dios que ya no ampara, como un Dios que ya no ampara.
No puedo cruzar el Ebro me lo impide la arboleda si no me tiende la mano José Antonio Labordeta.
De un tiempo a esta parte vamos, vamos camino de nothing, vamos camino de nada. Y esto no hay quien lo arregle, esto es un desastre. Vamos a ver cómo el Ebro river con su soledad se marcha y que se nos llevan el agua, mecagüen Reus que se nos llevan el agua, ¡Ai, que se atrebon! Con su soledad se marcha.
Polvo, niebla, viento y sol y donde hay agua una huerta. Al norte los Pirinegros: Esta tierra, esta tierra es Oregón. Esta tierra es Aragón.
No entiendo casi nada la nada de la vida, no entiendo el Internet ni a la jauría humana. Tan solo a ti te entiendo cuando vas de mañana a comerte la vida que te han dicho que es buena tomarla con manzana. No entiendo casi nada la nada de la vida.
No entiendo casi nada la nada de la vida, no entiendo lo del Zaire ni lo que en Cuba espira. A ti sí que te entiendo con tu mirada limpia, rompiendo con tus ojos los muros que destruyen separan y asesinan.. No entiendo casi nada la nada de la vida.
No entiendo casi nada la nada de la vida, no entiendo la violencia ni de hacer de noche el día. Tan solo a ti te entiendo cuando pasas deprisa camino de los sueños que hacen que levantemos los hombros de la ruina. No entiendo casi nada la nada de la vida.
No entiendo casi nada la nada de la vida, ni entiendo este país que huele a naftalina. A ti si que te entiendo subiendo a las colinas para pedir los vientos que traen en su entraña el vuelo de una brisa. No entiendo casi nada la nada de la vida.
A varear la oliva no van los amos, a varear la oliva van los ancianos.
Tu madre, con tu hijo que anda creciendo recogen por el suelo el fruto caído mientras yo lo golpeo en la escalera dándole con la rabia, fuerza no queda.
A eso del mediodía y el sol subido detenemos el tajo para un respiro y entre bocao y trago contemplo al chico que el día que madure se irá contigo.
Contigo a no sé dónde aquí no hay sitio ni lugar ni trabajo para este crío. Los treinta olivos rotos vendrán conmigo al agujero profundo en que he crecido.
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